Los rostros dicen más que las palabras. El blanco de una sonrisa sincera o el brillo de los ojos en una mirada penetrante esconden una historia, una lucha interior. ¿Pero cómo lograr retratos transparentes y desinteresados?
La fotografía va mucho más allá de los tecnicismos. Hay un componente humano, impalpable, que la convierte en una herramienta de valor insuperable. Son muchas las consideraciones a tener en cuenta en la búsqueda de imágenes empapadas de autenticidad. Esos retratos que hablan por sí mismos y transmiten la esencia de una persona o situación con naturalidad son los que dan entidad a los viajes, acercándonos a culturas diferentes a la propia.
El sentido común, respeto y sensibilidad del fotógrafo cumplen un rol primordial. También la paciencia. El momento de la toma debería llegar luego de un proceso empático. Primero hay que abrirse camino entre la maleza, derretir el hielo, desactivar los prejuicios. Ganarse la confianza de los verdaderos protagonistas. Lograr que se olviden de la cámara. Para esto, es imprescindible disfrutar y sentir nuestra labor como fotógrafo, hacerla con el corazón además de con la cámara. Hablar con la gente, pasar tiempo con ellos. Compartir y aprender.
El significado de la sonrisa es universal, independientemente de la etnia o religión. Es una señal de bienvenida, descontractura. El blanco de la misma aporta mucho desde lo estético en la fotografía, generando contrastes. Lo mismo sucede con las miradas y su expresividad. Los ojos son el reflejo del alma, dicen. Los rostros dejan al desnudo a las personas. Y es allí donde el fotógrafo debe centrar su atención. Transmitir a través de las imágenes. Siempre respetando la voluntad de los involucrados. Ese clima de confianza se logra mediante la demostración de paz e interés. Conexión. Química. Para ser un buen fotógrafo o un buen profesional primero hay que ser una buena persona. Como todo trabajo periodístico o con fines divulgativos la práctica responsable de un fotógrafo debe seguir un proceso compuesto por tres instancias diferenciables: el antes, el durante y el después de un viaje.

Esta nota fue publicada en la revista de viajes RGB, realizada por alumnos del Máster en Periodismo de Viajes de la UAB.
Antes. Para algunos puede resultar tedioso, pero es imprescindible informarse sobre el destino, tema y personas en cuestión. No sólo con datos históricos alusivos, sino también con actualidad; enfocándose en las publicaciones relativas en los medios de comunicación y afines. Comprobar si existen fotografías sobre el sitio y las personas a visitar. Observar desde qué perspectiva fueron tomadas e intentar diferenciarse; contar nuestra propia historia. Informarse de antemano sobre los objetos, rituales y normas propias. De esta forma haremos un retrato consciente, acompañado de un viaje imaginario.
Durante. Ha llegado el momento de la acción, el más esperado. En el trabajo de campo se ve la personalidad y preparación del fotógrafo. Porque más allá de poder respetar ciertas pautas aconsejables, la improvisación y el tacto serán determinantes. La premisa inicial es la de mezclarse con los autóctonos, involucrarse e incorporarse a sus actividades. Hacerlo con naturalidad. Comunicarse con ellos. Algo que siempre es factible aunque no se hable el mismo idioma, a través de los gestos. Lo ideal es aprender, al menos algo, de su lengua, ya que será bien visto y nos abrirá puertas. No apurar los tiempos, ser paciente mediante un trabajo de hormiga. A la larga se verán los resultados. Mantener un registro de todas nuestras fotografías (lugar, fecha, hora) y agruparlas. Angustiarse lo menos posible ante los imprevistos y utilizarlos para enriquecer nuestra labor.
Después. Ponerse a trabajar inmediatamente. La edición es fundamental y se debe seguir una línea. Hacer una selección de las fotografías publicables. En el caso de que haya texto, asegurarse de que el mismo guarde coherencia con la imagen. Ofrecer nuestro trabajo a posibles interesados e intentar sacar la mayor rentabilidad posible a nuestras fotos.
Consejos para lograr retratos auténticos:
- Ganarse la confianza de los autóctonos. Generar un vínculo desinteresado que vaya más allá del dinero, pero siempre tratar de colaborar de algún modo con la gente que lo necesita.
- Ser paciente. Para lograr esa conexión personal con la gente se debe permanecer en los sitios por un tiempo, lo más cercano posible al núcleo social. Ponerse en su lugar para intentar comprenderlos. Lograr empatía.
- Ser informado, respetuoso y agradecido. No “robar” fotografías. Acceder a ellas sólo si los fotografiados están de acuerdo. Ellos son los que imponen las condiciones. Conocer las características de las etnias visitadas para evitar malos tragos. Cuidar su medio ambiente.
- Acercarse. Cuánto más próximo se esté a las personas al momento de retratarlas, más reales serán los resultados. Priorizar un lente normal o gran angular por sobre un teleobjetivo.
- Valorar lo estético. La composición de la toma y los componentes de la escena son sustanciales. Desenfocar el fondo en caso de que no aporte demasiado o que tenga protagonismo excesivo. La persona y sus rasgos deben ser el centro de atención. La mirada y los ojos son el alma del retrato.
Diego, qué cámara utilizas? Sacas unas fotos impresionantes, y aunque no todo es la cámara y el objetivo, seguramente sea algo a tener en cuenta. Felicidades por esas fotografías… increíbles.
Gracias! La mayoría de estas las tomé con una Canon 700 D. Cuando viajo por lo general llevo un objetivo 18-135 y otro de 50 mm. Es muy importante el revelado digital también.