De gira por Ecuador (4): Alrededores de Quito

Ya hablamos de los atractivos ubicados en plena ciudad de Quito, tales como el casco antiguo, la parte moderna, el teleférico o el Panecillo. Ahora es el turno de referirse a aquellos puntos de interés cercanos a la capital, que son muchos y pueden visitarse en escapadas por el día, tanto de forma particular como en excursiones. Es el caso de la Mitad del Mundo, la laguna de Quilotoa, ferias artesanales como la de Otavalo o volcanes entre los que se destacan el Cotopaxi y el Pululahua. Desarrollaré individualmente a cada uno de ellos con la intención de que el viajero ocasional que quiera conocer la capital ecuatoriana se anime a ir más allá de lo tradicional (sería una picardía no hacerlo). Se debe tener en cuenta el tiempo con el que dispone y también la preparación física, ya que por ejemplo llegar al cráter de un volcán no es cosa de todos los días.

Un pie en cada hemisferio en la Mitad del Mundo

Un pie en cada hemisferio en la Mitad del Mundo.

La Mitad del Mundo: más allá de tus ojos

Bien o mal he aquí el principal sitio turístico de Ecuador. Para llegar se debe tomar el metrobús (0,25 US$) en dirección al norte hasta la última parada, la estación Ofelia, y allí subir a un autobús que nos dejará en la entrada principal. Para el regreso es el mismo procedimiento pero a la inversa, en un trayecto completo de poco más de una hora de duración. La visita se puede realizar en medio día si se comienza temprano.

En mi consideración lo increíble de este lugar no se trata de algo palpable, sino que pasa un factor intangible, relativo a su ubicación geográfica que divide los dos hemisferios. Por eso no esperen ver algo fascinante, pero apelen a su lado más espiritual y romántico para tomar conciencia de dónde se está parado. Es por esta razón que me parece injusto cuando se menosprecia este lugar siendo banal en los argumentos: no se trata de una belleza natural, sino de una zona plagada de carga simbólica. Sin embargo la verdadera Mitad del Mundo no se encuentra exactamente donde está representada, pero sí muy cerca de allí.

A simple vista el complejo es bonito y amplio, con variedad de comercios, museos y lugares para comprar artesanías. Pero por supuesto quien se lleva todas las miradas es el monumento de piedra con una gran esfera de cobre atravesado por la línea del Ecuador pintada de amarillo, donde los visitantes se toman las famosas fotografías con un pie a cada lado del mundo (no hacerlo es como ir a la torre de Pisa y no simular sujetarla o ir al Cristo Redentor y no abrir los brazos al tomar las instantáneas).  Dentro posee el museo etnográfico, además de un mirador en la cima donde se obtienen bellas vistas.

El pueblo escondido dentro del cráter del volcán activo Pululahua

El pueblo escondido dentro del cráter del volcán activo Pululahua.

Vivir en el cráter de un volcán, el Pululahua

Este sitio fue de los que más me sorprendió de todo Ecuador. Aquí es donde mi gen periodístico se activó y mi corazón latió fuerte ante la excitación al detectar una maravilla con potencial especial, una historia única y fascinante que contar. Nosotros fuimos con una excursión de una hora que parte desde adentro del complejo de la Mitad del Mundo, en la cual te llevan y traen con un guía (es indispensable ir por la mañana porque luego las nubes no permiten tener visibilidad). No podía creer estar viendo una ciudad escondida dentro de un volcán, el único habitado y activo del planeta. Vaya coraje de las cerca de 150 personas que conforman esta comunidad.

Simplemente estuvimos un rato contemplando el pueblo desde un mirador antes de que sea cubierto por la niebla, que de a poco lo fue tapando. Todo en medio del camino que conduce hasta el interior con su pequeña población, en un trayecto de una hora en bajada (la vuelta en subida se ve muy dura y obviamente la demora es mayor). Los habitantes locales suelen hacer este recorrido para ir a la ciudad a comprar cosas, pero lo increíble es que la señora Yolanda lo hizo todos los días durante nueve años para darle clases a los más pequeños, en un gesto digno de admirar que tuvo su final producto de la falta de alumnos.  Esta gente tiene fama de vivir muchos años, todo gracias a su alimentación orgánica y vida relajada, pero no por eso menos laboriosa (algo similar sucede en Vilcabamba, bien al sur del país, denominado el “valle de la longevidad”).

Desde arriba se aprecian las diminutas casitas, los cultivos donde trabajan la tierra y el sector no habitable con sus praderas verdes, todo custodiado por las enormes paredes del volcán. También hay un alojamiento donde se puede dormir por quince dólares la noche. Dicen que allí abajo la desconexión es absoluta, en un entorno de paz y aire fresco. Me fui con ganas de quedarme. De hablar con los habitantes del pueblo, vivir con ellos, conocer sus historias, caminar por los campos de cultivos. Por eso pienso volver en algún momento de mi vida y adentrarme en esta ciudad de fantasía dentro del volcán Pululahua.

Una de las chozas donde viven los indígenas en Tigua

Una de las chozas donde viven los indígenas en Tigua.

Laguna de Quilotoa: espejismo en un cráter volcánico

Otro de los lugares más impresionantes y llamativos de Ecuador, que tranquilamente podría poner como primero en la lista de atractivos locales. Desde Quito hay excursiones por el día (no menos de 35 US$ por persona) que incluyen transporte, guía y almuerzo. Se sale cerca de las siete de la mañana para regresar a eso de las siete de la tarde, en un trayecto donde se suelen detener a conocer las comunidades indígenas y ferias de artesanías o comercialización de animales de campo.

Nos detuvimos en la zona de Tigua a visitar una familia autóctona y charlamos un rato dentro de la choza donde viven, rodeados de cobayos, los cuales venden o consumen. Siempre con una sonrisa y enorme fuerza de voluntad trabajan las tierras y se ganan la vida alejados de cualquier lujo. Estar aislados de tanta contaminación materialista y comunicacional los convierte en seres de luz que brotan amabilidad. También paseamos por las ferias donde se venden o permutan ovejas, vacas o caballos, que son maltratados y se ven en mal estado. También las de artesanos, con productos regionales de todo tipo, con formidables tejidos a mano o sombreros típicos.

Pasadas casi tres horas desde nuestra partida llegamos al sendero que conduce a la laguna.  Arriba hay una plataforma desde la cual se aprecia el impactante panorama, que estaba cubierta a la ida, pero que por suerte al regreso se destapó y nos regaló una vista inolvidable. Cuarenta minutos son más que suficientes para llegar abajo, en un camino resbaladizo y embarrado con un paisaje descollante como compañía. A orillas del lago no queda más que admirar esta belleza natural, aunque también es posible dar un paseo en kayak, seguir la calzada que lo rodea (seis horas) o mismo quedarse a dormir en un refugio. La vuelta es muy dura y falta el aire, se deberá subir todos los metros que bajamos como si nada. Los que crean que es demasiado tienen la opción de rentar un caballo que cubre el trayecto por unos diez dólares.

Esta laguna volcánica brilla como una joya y deja paralizados a los afortunados que llegan a ella. Nos cautivó. Fuimos testigos de su encanto. Pero si quieren ir más allá no deben perderse el circuito de Quilotoa, pasando por pequeños pueblos y paisajes, aunque para esto se requiere más tiempo.

La laguna Quilotoa en el cráter del volcán

La laguna Quilotoa en el cráter del volcán.

El volcán Cotopaxi y otros

Sólo vimos el Cotopaxi de pasada por la ruta, pero es posible acceder a la cima del mismo. ¿Seguramente un trámite no? Se trata de un feroz ascenso que dura una noche completa hasta llegar a un agujero negro que escupe humo con olor a azufre, pan comido. Una opción más sencilla es ir únicamente hasta el refugio para sentir y ver más de cerca este volcán activo, que no es poca cosa. Se requiere una preparación física, entrenamiento y equipo, por eso es mejor antes hacer otras actividades de menor exigencia para aclimatarse a la altura en el caso de animarse a esta travesía. Por otro lado, la laguna Limpiopungo y los volcanes Pichincha, Rumiñahui, Cayambe y Chimborazo son sólo otras de las maravillas ecuatorianas con sus picos nevados.

Otavalo, tradiciones a flor de piel

A dos o tres horas en autobús de Quito se halla esta ciudad que cuenta con el mercado más representativo del país. Los fines de semana se montan un sinfín de puestos en las calles donde abunda la oferta de textiles, artesianas hechas a mano, objetos tallados en madera, cuadros y comida. Los indígenas visten sus trajes típicos conformando un contexto perfecto en la plaza de los Ponchos e intentan sacar provecho de los turistas más consumistas. En los alrededores se encuentran las lagunas de Mojanda y San Pablo y las aldeas de Peguche, Agato, Ilumán y Cotacachi. Desde la capital los transportes a Otavalo cobran dos dólares y salen cada veinte minutos de la terminal principal.

Mercado de artesanías cerca de Tigua

Mercado de artesanías cerca de Tigua.

Acerca de Diego Fina

Marketing Manager +íon Percussion
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