Copa del Mundo de Brasil 2014 (IV): bajar a tierra en Paraty y vuelta a casa

Centro histórico de Paraty.

Centro histórico de Paraty.

Pese a la herida reciente y la ilusión truncada pude dormir bien mi última noche en Río. Temprano por la mañana Emilia me acercó con el auto a la terminal de autobuses. Por desgracia el único pasaje que conseguí salía dentro de varias horas, por lo que tuve que esperar en la rodoviaria, acompañado por otros argentinos que estaban en la misma, pero aguardando para retornar a tierra criolla. Recuerdo estar sentado en el piso un buen rato junto al ingreso a los baños gratuitos (estaban más escondidos al fondo, ya que en otros había que pagar), donde también se podía bañar por un par de reales. La gente entraba y salía con toallas como si fuera un vestuario, la situación era graciosa. Nos cuidábamos los equipajes entre nosotros. Pero más curioso aún fue cuando un brasilero me regaló una bolsa con varios recipientes de agua mineral, los cuales repartí entre los colegas. Parece que mi aspecto no era el mejor. Había caras de cansancio y tristeza, todo era muy reciente.

Vista desde la subida al al fuerte Defensor Perpétuo.

Vista desde la subida al al fuerte Defensor Perpétuo.

Finalmente el bus salió y al cabo de unas horas arribé a Paraty cerca de las diez de la noche. Fui directo a un hostel a dormir, no tenía reserva pero por suerte conseguí lugar. Dejé las cosas en la habitación y fui a caminar un rato por las calles empedradas del centro histórico. Ya tenía la cabeza distraída, estaba en otra cosa, era lo mejor que podía pasarme después de tantas emociones estar allí. Sólo me quedé el día siguiente porque debía llegar a Sao Paulo para tomar mi vuelo. El hecho es que esta pequeña ciudad es un paraíso terrenal, con una arquitectura muy particular y colorida, además de su historia llena de piratas y misterios. También cuenta con hermosas playas cercanas y no tan lejos se puede acceder a islas paradisiacas, pero por desgracia no tenía tiempo suficiente. El lugar está muy preparado para el turismo y se pueden contratar actividades de todo tipo, como excursiones a cascadas, paseos en barco y buceo. Fue aquí donde bajé toda la ansiedad, un cable a tierra.

Panorámica a metros del fuerte Defensor Perpétuo

Panorámica a metros del fuerte Defensor Perpétuo.

Al otro día amanecí temprano y fui a caminar un buen rato, especialmente por el pintoresco casco histórico que data del siglo XVI. Se dificultada hacerlo por los empedrados irregulares que desgastaban las piernas y exigían atención. La arquitectura era colonial y muy bien conservada, al igual que las iglesias de antaño. Las casas son de fantasía y conforman una maqueta a escala real. Luego crucé un río por un puente, pasé por una playa pequeña, tomé un camino empinado y llegué al fuerte Defensor Perpétuo, rodeado de hermosos paisajes y envuelto por un clima agradable. Me detuve a observar una panorámica que me sorprendió y regaló un poco de paz. Anduve por un sendero boscoso hasta que bajé a la extensa playa de Jabaquara. Dos perros callejeros se me unieron y me acompañaron en la travesía. Cuando encontré un árbol que formaba una sombra perfecta los tres nos tiramos en la fina arena. Me dormí una profunda siesta, luego nadé un poco en el mar donde el agua era muy cálida. Más tarde seguí caminando, exploré bien la zona con un jugo de coco como combustible y retorné al hostel. Una tarde que me revitalizó.

Centro histórico de Paraty.

Centro histórico de Paraty.

Cerca de las once de la noche salió mi autobús hacia Sao Paulo. Me fui encantado con Paraty, pero con muchas ganas de volver y conocer tantas cosas que me quedaron pendientes. Dormí todo el viaje, fueron como siete horas. Me tomé el metro camino al departamento y me acosté unas horas más. Lamentablemente no pude despedirme de nadie, ya que cuando yo partí hacia el aeropuerto no había gente en la casa. En tanto que Daniel estaba con su novia Alice en la Ilha Grande, otra cuenta pendiente para una futura visita. Sin darme cuenta ya estaba en Buenos Aires. Había sido como un sueño que pasó muy rápido.

Cuando llegué a Sao Paulo no tenía idea con lo que iba a encontrarme, y menos aún lo que estaba por vivir. Fue sin dudas la experiencia viajera que más me movilizó emocionalmente, dado que se combinaron muchas cosas, como mi pasión por conocer nuevos lugares y culturas, mi devoción por el fútbol y mi amor incondicional por mi país. Desde un principio todo salió muy bien, nunca tuve un problema, conocí gente espectacular que me ayudó y guió en todo momento y encima la selección argentina llegó a una final luego de 28 años. Yo no había nacido siquiera aquella vez cuando el Diego maravillara al mundo con sus gambetas en México 1986. Pero ahora había estado allí, en Río de Janeiro, viviendo la historia en presente. Tan cerca estuvo de ser perfecto este sueño. Ese final fue doloroso y es una espina que me quedará por siempre. Impotencia es la palabra que mejor define mis sentimientos de aquel día. Pero algo que no opaca todo lo vivido. Y no es mentira eso que suelen decir: Brasil te atrapa, te seduce, te endulza y te da ganas de quedarte a vivir. Su gente es maravillosa, tiene una alegría única y esto hace que me imagine allí en el futuro. Antes, mucho mundo por recorrer.

El árbol que me recubrió en la playa de Jabaquara.

El árbol que me recubrió en la playa de Jabaquara.

Centro histórico de Paraty.

Centro histórico de Paraty.

Playa de Paraty.

Playa de Paraty.

Acerca de Diego Fina

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