Tuve la oportunidad de conocer el mágico mundo creado por John Ronald Reuel Tolkien de muy pequeño, a través la lectura de sus libros. Por lo general las películas alusivas a las obras escritas desentonan, pero en el caso de “El Señor de los Añillos” y “El Hobbit” debo admitir que están a la altura, bien logradas, o al menos también me atraparon y entretuvieron, tanto desde lo narrativo como desde lo escénico. Una de las posibilidades que te brinda Nueva Zelanda es la de pasearse por varios de los lugares que formaron parte de ambas trilogías cinematográficas, y seguramente el sitio más emblemático sea el de Hobbiton. Por eso y teniendo en cuenta mi condición tolkiana no podía perderme una visita al hogar de estos pequeños personajes de patas peludas, una experiencia que recomiendo ampliamente, especialmente para los fanáticos de la saga.

Uno de los hogares de los hobbits.
Matamata es la ciudad más cercana al set de filmación, ubicada en la región de Waikato, al centro de la Isla Norte. Para llegar se debe ir hacia Cambridge, doblar a la derecha en Puketutu Road y luego a la izquierda en Buckland Road hasta toparse con el café Shire´s Rest, donde se sacan las entradas y se puede comprar algún recuerdo (como una réplica del legendario anillo). Desde allí salen varios tours en diversos horarios. Un bus lleva a los turistas en un corto viaje hasta el ingreso con un guía local que nos acompañará en el recorrido de dos horas brindando información en inglés. El precio para adultos es de 75 dólares.
De entrada uno se siente en una tierra de fantasía, rodeado de verdes praderas, un lago, un río y las pequeñas casitas plagadas de detalles. Durante el paseo se recorren por ejemplo La Colina, a la cual se llega pasando por algunas viviendas o agujeros hobbits hasta arribar a Bolsón Cerrado, el hogar del viejo Bilbo Bolsón y Frodo. Desde aquí se tiene la mejor vista. También se conoce el Campo de Fiesta, donde se celebra el cumpleaños 111 de Bilbo, el puente de piedra, el molino y se corona tomando con una cerveza (sin alcohol) en The Green Dragon, la misma que bebían los protagonistas para la filmación.

La mágica aldea de Hobbiton.
Haciendo un poco de historia, debemos remontarnos a 1998, cuando el obsesivo director Peter Jackson inició la búsqueda de lugares para la filmación y encontró en la granja de los Alexanders un lugar ideal. Tenía mucho potencial, pero claro, había que trabajar duro para convertirlo en una realidad. Un año después comenzaron las reformas y a finales del mismo se filmaron las escenas de “El Señor de los Anillos” durante tres meses. Las diminutas casitas suman un total de 37 y suelen estar cubiertas por césped, flores y arboles, además de objetos de todo tipo, como buzones para el correo, herramientas, sillas y mesas, todo en miniatura.
El recorrido resulta muy interesante gracias a la cantidad de secretos y curiosidades que cuenta el guía a medida que caminamos. Jackson estaba hasta en el más mínimo detalle, por ejemplo al utilizar yogurt en las cercas y demás para generar hongos que dieran la sensación de rusticidad. Una anécdota curiosa refiere a cuando el director, a poco de comenzar a rodar, mandó a pintar de nuevo una por una las hojas del árbol artificial ubicado en la cima de La Colina, porque no le gustaba la tonalidad del verde. Por su parte, sepan que la escena en la cual Gandalf golpea su cabeza en la casa de Bilbo no es adrede, pero quedó tan bien que siguieron filmando. Además los estudios centrales se encuentran en Wellington, donde se reproducen los interiores de las casitas (en realidad no hay nada dentro, sólo utilizan las fachadas).
Finalizado el recorrido no quedó otra que volver a ver las películas, ahora desde un punto de vista mucho más emocional, sintiéndose parte y trasladándose a ese universo de fantasía que alguna vez Tolkien soñó.

La casa de Bilbo Bolsón.


Otra de las 37 viviendas.