Conocer la más impresionante de las regiones peruanas partiendo de una histórica ciudad plagada de atractivos, para luego enfrentarse al milenario Camino del Inca en la búsqueda de una de las maravillas arquitectónicas más prestigiosas del globo, resulta una experiencia única y conmovedora. Se trata de viajar en el tiempo a través de ruinas de antaño que ponen en evidencia el ingenio y capacidad de una cultura incaica que dejó una huella imborrable.

La Plaza de Armas junto a la Catedral de Cusco.
Más allá de contar con el enorme privilegio relativo a su proximidad con Machu Picchu, Cusco tiene argumentos sólidos como para valerse por sí misma y merece la pena visitarla con tiempo y sin prisa. Es que su mítica y encanto no sólo recae en el centro y alrededores, sino que son varios los tesoros históricos que pueden apreciarse alejándose sólo un poco, por lo que es considerada Capital Arqueológica de América y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Es recomendable comprar el Boleto Turístico que permite el acceso a dieciséis lugares: Museo Municipal de Arte Contemporáneo, Museo Histórico Regional, Museo de Sitio del Qoricancha, Museo de Arte Popular, Centro Qosqo de Arte Nativo (danzas folklóricas), Pachacuteq, Saqsaywaman, Qenqo, Pukapukara, Tambomachay, Tipón, Pikillacta, Písac, Ollantaytambo, Chinchero y Moray (varios ubicados en la zona del Valle Sagrado, un tanto más alejados). Se debe tener en cuenta que la Catedral, el Templo del Qoricancha, el Museo Inca y el Templo de La Merced no integran esta nómina.