En las puertas del Sudeste Asiático: síntomas pre-viaje

Ya casi pasó un año desde que escribí “Dejar la zona de confort: historia de un pasaje de ida”, donde reflexionaba sobre lo que se venía en ese entonces y, en definitiva, sobre el periodo en el que estoy inmerso, y al cual le queda mucho recorrido aún. Estos últimos doce meses pasaron rápido, pero experimenté tanta cantidad de vivencias que la lejanía pareciera ser mayor a la real. La mayor parte del tiempo estuve en Nueva Zelanda, trabajando en rubros que jamás hubiera imaginado y también recorriendo gran parte de este maravilloso país. Pasé por muchos momentos, algunos muy gratificantes y otros difíciles desde lo anímico y emocional, que finalmente pude superar para sacarle provecho a mi estadía. Fue así que me llevé un aprendizaje enorme, que se hará aún más notorio con el paso del tiempo (ningún mar en calma hizo experto a un marinero). Entremedio realicé dos viajes vinculados a lo afectivo: uno a Estados Unidos y otro de regreso a la Argentina, donde me encuentro ahora, de visita. Nada de esto estaba en los planes, pero así se dio y no me arrepiento.

En tanto, me enteré que me fue asignada una plaza para cursar un Máster en Periodismo de Viajes en la Universidad Autónoma de Barcelona a partir de febrero del 2016, una oportunidad única, que condicionó todo. Por ello también regresé a mi tierra sabiendo que de no hacerlo ahora pasaría demasiado tiempo hasta poder hacerlo, y la verdad que andaba necesitando revitalizarme junto a mis seres queridos que siempre me apoyan y ayudan, recargar energías para lo que viene. Pero por otro lado fue extraño volver, ya que físicamente estoy en un lado y mentalmente en otro. Mi ansiedad suele tomar más protagonismo del que quisiera. De nuevo aparecen algunos miedos, dudas y angustias, siento estar en una zona gris, a medio camino, aunque considero que esto es parte del proceso lógico. Todo pasará cuando me encuentre otra vez en las rutas, cuando enderece el barco y siga la estela de mis pasiones.

La cuestión es que estoy a horas de emprender un nuevo desafío, en un viaje por el Sudeste Asiático de casi cuatro meses. Luego, volar a Barcelona para empezar una nueva vida y crecer tanto humana como profesionalmente. Hace tiempo que vengo preparando esta travesía que tanto anhelo, y en las últimas semanas me volví un poco obsesivo. Me cuesta dormir, no paro de leer e informarme al respecto, estoy aprendiendo mucho y viajando en mi imaginación. Tengo un itinerario tentativo en la mente, pero sólo se trata de un boceto, ya que el circuito irá tomando forma sobre la marcha, como corresponde, erosionado por los imprevistos. Mi intención es perderme por Indonesia, Singapur, Malasia, Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam, moviéndome casi siempre por tierra, alejándome por momentos de los sitios turísticos, sumergiéndome en las costumbres locales, entregándome por completo a la enseñanza de culturas hasta ahora desconocidas. Viajar ligero, despojado de prejuicios. De todas formas considero que el tiempo del que dispongo no será suficiente para abarcar toda la región, por lo que antes de llegar ya estoy pensando en volver para visitar lo que me falte.

Muchos se preguntaran cómo se hace para viajar por el mundo y gran parte se refugiará en la falaz respuesta alusiva al dinero. Lo cierto es que hay muchas maneras de hacerlo y posibilidades para lograrlo, todo depende de uno, de las ganas, de la perseverancia, de la convicción. Lo económico es sólo una pequeña parte del todo. En lo personal viajo con un presupuesto bajo, y lo bueno del Sudeste Asiático es justamente su condición de destino accesible, ideal para mochileros. Con sólo trabajar unos meses en Nueva Zelanda o Australia, por ejemplo, se puede solventar un viaje así sin mayores dificultades (me alegra que cada vez más gente se anime a emprender esta vivencia). Después depende de cada uno: dónde dormir (casas de familias o de otros viajeros, alojamientos modestos o lujosos), qué comer (platos típicos o más elaborados, autoabastecerse), qué actividades realizar (todo a pulmón, con un tour), cómo moverse (en autobuses, tren, avión, barco, moto, bicicleta, a dedo). El abanico de posibilidades es enorme. Pero la primera frontera que debemos cruzar es la que nos ponemos nosotros mismos, la del miedo. Una vez superado este paso (no es fácil) todo lo demás será más sencillo, el panorama se aclarará. No vale la pena perder el tiempo si se está haciendo algo con lo cual no se siente pleno, si la rutina se vuelve un calvario. Y menos aún tratar de auto convencerse en base a mentiras o sentencias sin consistencia. No nos engañemos, quien busque en el fondo de su ser sabrá hacia donde realmente quiere ir. Vivan su sueño, la felicidad depende del modo en el que empleamos nuestro tiempo.

Lo más probable es que durante esta nueva aventura casi no suba notas al blog. Siempre que viajo intento disfrutar al máximo de la experiencia y no siento apuro por correr hacia mi computadora a escribir o subir fotografías. Claro que voy con mi libreta y mi cámara, pero lo más relevante no es palpable, se halla en mi cabeza y en mis vísceras. Ya en España intentaré pasar en limpio lo más que pueda, de hecho tengo muchos relatos pendientes aún de Nueva Zelanda, y ni hablar de otros países. Y no puedo pedir una motivación mejor de la que encontraré en Barcelona. Bueno, estos pies viajeros se van a pisar el único continente que les falta, el más grande e inabarcable de todos. Y me llevo esta frase de George Bernard Shaw: “los que dicen que no se puede no deberían interrumpir a los que lo están haciendo”. A seguir andando.

En Fiordland National Park, Nueva Zelanda (2015).

En Fiordland National Park, Nueva Zelanda (2015).

Acerca de Diego Fina

Marketing Manager +íon Percussion
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9 respuestas a En las puertas del Sudeste Asiático: síntomas pre-viaje

  1. Diego nos encanto! Te invitamos a que sigas nuestro blog! Saludos colega!

  2. jonacua dijo:

    Buen blog!! grata sorpresa! 😀

  3. te admiroooo!!!! exitos que disfrutes mucho!

  4. Muy buen post, te invito a darte la vuelta por mi blog 😀

  5. Chana dijo:

    Me encanta tu blog!!! voy siguiendo tus pasos, de Australia al sudeste y de ahi a Nueva Zelanda!! ( me senti identificadisima con eso de los síntomas «pre viaje» ) .Pronto tendré mi propio blog, ya te lo voy a compartir.
    Saludos desde una argentina anónima 🙂

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